Este estupendo documental nos muestra como tras la gran depresión del año 29, varias empresas decidieron establecer y limitar la vida útil de los productos. Un producto que se estropea, hay que volver a fabricarlo, y volver a venderlo, genera empleo, demanda y mueve el dinero. Con los avances actuales, resulta difícil creer que no sean capaces de inventar bombillas que no se fundan, medias que no se rompan, o impresoras que dejen de funcionar. Todo ello está inventado, pero no interesa venderlo.
Así que los clientes tenemos que dar por hecho que los productos son imperfectos, y que pasado cierto tiempo tenemos que cambiarlos por obligación, cuando sería preferible que los productos cada vez fueran mejorando en diseño, prestaciones, ... y que los compráramos por esa razón, no por su imperfección.
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